Madrugada del 31 de agosto de 1986. Mar del Plata. Hotel de Luz y Fuerza. Frío y lluvia. Nuestros hijos, chiquitos, jugando por los pasillos del hotel. Mary conduce el congreso.... Una silla vacia preside el congreso simbolizando a los compañeros desaparecidos porque, no tengan duda, Isauro, Marina, Eduardo, Susana estaban con nosotros. Una congresal pide la palabra. Mociona un nombre para el sindicato que estábamos pariendo: SUTEBA. Yo fui esa congresal. El sueño de tantos años ya tenía identidad. Guardo este recuerdo como uno de los más entrañables. No sabíamos que historia íbamos a escribir desde ese acto fundacional. Pero teníamos la certeza que los trabajadores de la educación de Buenos Aires merecíamos un sindicato para dar pelea, para construir unidad, para marchar junto al resto de los trabajadores, para ser hacedores de una educación nacional y popular, una escuela digna que cobije pibes felices.
Hoy... podemos decir sin soberbia que lo logramos y estamos orgullosos. Nunca claudicamos, nunca dejamos de luchar, nunca nos quebraron, nunca doblegaron la rebeldía del SUTEBA. Porque el SUTEBA late en cada escuela, en cada aula donde nuestros pibes aprenden, en cada patio donde los juegos se multiplican,en cada injusticia reparada. Ahí radica la fuerza del SUTEBA. Fuimos y somos rebeldes, fuimos y somos contraculturales, fuimos y somos autónomos pero no prescindentes. Nuestro lugar siempre fue junto a los laburantes porque eso somos. Marca de origen, sello de nacimiento.
Y, por último, al frente de nuestro suteba, como Secretarios Generales, tuvimos y tenemos compañeros entrañables, insobornables e inclaudicables, íntegros y coherentes: Mary, Hugo, Robi.
Por esta historia y por el camino a recorrer el SUTEBA seguirá enamorando.
Escrito por CECILIA MARTINEZ en 2022