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jueves, 24 de noviembre de 2011

MARTA MASTRÁNGELLO

Marta Trabajó en la periferia y también en el centro; trabajó en primaria y secundaria. Dio clases a pibes mal comidos, con todo tipo de carencias, en alguna casilla de madera de la escuela 62 y fue preceptora en el Nacional de Adrogué, cuando aún concurrían allí muchos adolescentes de clases acomodadas. Fue docente en todas las acepciones de esta hermosa palabra. Pero en esencia, Marta fue una trabajadora de la educación en los tiempos que la mayoria de los docentes se asumía como profesional. Y era también militante fuera de las aulas, donde había un mundo por cambiarse, donde se generaban todas las injusticias sociales que en la escuela se manifiestan cotidianamente. Con o sin guardapolvo, una mujer de su tiempo que había abrazado para siempre un inclaudicable compromiso social.
En 1973 asumió como Consejera Escolar por el FREJULI y dejó sus escuelas para entrar permanentemente en todas las escuelas, en todos los patios, en todas las salas de maestros y profesores, en todas las cocinas. Su incansable actividad y sus firmes convicciones la habían convertido, como a tantos otros, en una enemiga de los sectores reaccionarios que en todo tiempo se negaron a ver en riesgo su poder político y a discutir siquiera el modelo económico y social de exclusión que imponían.
El 24 de noviembre de 1976 la secuestran de su domicilio, y desde entonces, nada se supo de ella. Hoy la recordamos porque no queremos permitir una segunda desaparición de Marta: la desaparición ideológica; porque aceptamos - como dicen algunos todavía - que "algo habrá hecho". En efecto, tanto ha hecho, que mencionarlo excedería ampliamente este espacio a su memoria. Marta creyó en la organización popular para una construcción colectiva del poder. En ella, la escuela pública desempeña un rol central como garante del acceso al conocimiento para todos los sectores, base de la democracia y la paz social.
En reconocimiento a su militancia, 35 años después, por impulso de la comunidad educativa la Escuela 44 de Calzada lleva su nombre.
Más allá de los cálidos homenajes y de las placas que la recuerdan - en el SUTEBA, en la Plaza del Barrio Arzeno, en el Nacional de Adrogué - hoy reafirmamos que, desde siempre y hacia el futuro, su ideal es nuestro compromiso y su acción un gran ejemplo.
JUAN CARLOS RANIERI - Sec. de Derechos Humanos SUTEBA Brown