El carnaval ha sido siempre asociado a la alegría, el colorido y la participación multitudinaria.
El origen de su celebración parece provenir de las fiestas paganas, como las que se realizaban en honor a Baco, el dios del vino, o las que se realizaban en honor del toro Apis en Egipto.
Algunos historiadores afirman que se celebra desde hace 5 mil años.
El carnaval está asociado principalmente con los países de tradición católica, y en menor medida con los cristianos ortodoxos orientales; las culturas protestantes usualmente no celebran el carnaval o tienen tradiciones modificadas, como el carnaval danés.
Desde el 2010, los Carnavales volvieron a ser feriado en la Argentina. Esta fecha, con un fuerte contenido de festejo popular, había sido abolida por la última dictadura cívico-militar, en una muestra más de su rechazo por todo lo vinculado al pueblo y a sus manifestaciones más genuinas.
Esta celebración tiene lugar inmediatamente antes de la cuaresma cristiana, con fecha variable (entre febrero y marzo según el año) y finaliza el martes anterior al miércoles de ceniza.
Tiempo de expansión y de júbilo compartido con los demás, que expresa una tradición universal que se asimila y se transforma en cada comunidad que lo practica. En ese sentido, las posibilidades que ofrece nuestro país son variadas y disímiles, acorde con su geografía múltiple y la pluralidad cultural de sus habitantes.
El tiempo del Carnaval en todo el país
Se realizan festividades en muchas ciudades de nuestro país, en algunas incluso en instalaciones específicas. Entre ellas se destacan algunas, como Corrientes, "Capital Nacional del Carnaval", con gran despliegue de trajes, desfiles, imponentes carros alegóricos, bailes en las calles céntricas de la ciudad y espectáculos especiales en el Anfiteatro Municipal. Se realiza sobre todo en horario nocturno. Las comparsas participantes elaboran cada año un tema o argumento que desarrollan a través de las distintas secciones de la comparsa y en coreografías representativas. En la provincia, el Carnaval comenzó a celebrarse en la década de 1960 con una gran influencia de Brasil en el diseño de trajes y la organización de los desfiles. Además de la Capital provincial, hay festividades en otras ciudades como Paso de los Libres, Santo Tomé, Goya, Esquina, Bella Vista, Mercedes, Monte Caseros, San Luis del Palmar y Empedrado.
La costumbre de los festejos correntinos se trasladó a la vecina Entre Ríos, donde se arraigó en varias localidades como Victoria ("Capital Provincial del Carnaval"), Concordia, Concepción del Uruguay, Gualeguay y Gualeguaychú. Esta última tomó mayor relevancia, desarrollando uno de los Carnavales más concurridos del país que se extienden a lo largo de dos meses, entre enero y marzo, los sábados y domingos de cada semana.
En Gualeguaychú, se construyó un Corsódromo con capacidad para 35.000 personas, por el que desfilan las tres comparsas que participan cada año.
En Jujuy, en diferentes localidades se entonan las primeras coplas en los jueves de compadre y de comadre. Posteriormente y tras las ofrendas a la Pachamama, con la participación de comparsas (con máscaras) y público (sin ellas) tiene lugar el "desentierro" del carnaval, en un mojón regado con bebidas y al que se arrojan hojas de coca y cigarrillos encendidos. Tal ritual en torno al diablo carnavalero se apoya en la creencia de que el sol rojo fecunda a la Madre Tierra, dando origen a semillas, raíces, troncos, follajes y frutos de la región. El festejo, encabezado por bastoneros que encarnan al diablo con máscaras y trajes coloridos, se acompaña con talco en el rostro, hojas de albahaca en las orejas, serpentina, papel picado y bailes que congregan a toda la comunidad. El Domingo de Tentación se vuelve a enterrar al diablo, que permanecerá oculto un año.
En Salta, en el Valle Calchaquí, la localidad de Cerrillos es considerada en esta provincia la "Capital del Carnaval", donde se realizan los "Corsos de las Flores". Este pueblo salteño es famoso por sus bailes carperos, en los que se combinan ritmos musicales con la albahaca y los juegos con harina, agua y talco. Los corsos se extienden a lo largo de toda Salta y las comparsas llevan a cabo bailes tradicionales, muchos de ellos influenciados por la cultura boliviana, entre ellos se destaca los caporales, tinkus y diabladas.
En Buenos Aires, los carnavales de Buenos Aires comenzaron a celebrarse en el siglo XVII en una síntesis del legado español y la cultura africana aportada por los esclavos negros. Originalmente organizado en casas particulares, se trasladó luego a clubes barriales. Las primeras comparsas y corsos datan de fines del XIX. A partir de 1915 surgieron las murgas, más grotescas y picarescas. En 1997 la Legislatura porteña declara estos festejos como Patrimonio Cultural de la Ciudad. Durante todo el mes de febrero el público se junta en las calles determinadas de los diferentes barrios porteños para asistir a las pasadas de las murgas.
Fuente: Secretaría de Promoción Social del SUTEBA