Hablar de Malvinas en la Escuela significa hablar de nuestra MEMORIA, de nuestra SOBERANÍA: pilares fundadores para formar ciudadanos comprometidos con la vigencia de los Derechos Humanos.
Hablar de Malvinas en la Escuela implica rememorar, a través de documentos y fuentes disponibles para investigar, un hecho trágico de nuestro pasado reciente que aún permanece como una herida abierta: LA GUERRA DE MALVINAS OCURRIDA EN 1982, durante la dictadura cívico militar.
A principios de los 80 en Argentina el conflicto social crecía, los Trabajadores realizaban acciones organizados en la CGT y se extendía progresivamente un debilitamiento de la dictadura. Buscando una salida desesperada a la crisis, las Fuerzas Armadas que habían tomado el Gobierno en el 76 iniciaron acciones bélicas en las Islas Malvinas con operaciones de desembarco el 2 de abril de 1982. La noticia sorprendió a la población, que en general reaccionó en apoyo a la recuperación de las Islas, sin imaginar los horrores que vendrían.
Al margen de los errores tácticos y estratégicos, resultan inconcebibles los malos tratos y crueldades de oficiales y suboficiales hacia los soldados, hechos denunciados como delitos de lesa humanidad que están siendo juzgados. Se podría decir que el genocidio que se inició el 24 de marzo de 1976 se continuó en Malvinas.
La información durante la guerra no escapó a las condiciones generales de la dictadura. Al severo control de la prensa que existía desde el golpe de Estado se agregaba la censura típica de todo conflicto. Los comunicados oficiales sugerían que Inglaterra no se molestaría en defender unas Islas tan lejanas y sin importancia para ellos. Durante todo abril, los argentinos siguieron con inquietud los cables internacionales que informaban acerca del avance de la flota inglesa contrariando los continuos mensajes "tranquilizadores" emitidos por los medios gráficos y audiovisuales de mayor circulación. Los mandos militares seguían ocultando la situación detrás de noticias triunfalistas, como se desprende de las portadas de los diarios de la época.
El 14 de junio, la guarnición argentina a las órdenes del general Menéndez se rindió ante el general Jeremy Moore: más de 10.000 soldados cayeron prisioneros en las Islas y durante su desarrollo se produjo la muerte de 649 argentinos y resultaron heridos otros 1063. En su condición de prisioneros de guerra permanecieron en las Islas unos días más (en algunos casos hasta julio) concentrados en el aeropuerto hasta que fueron embarcados de regreso al continente y luego devueltos a sus guarniciones y hogares. En la mayoría de los casos en condiciones de semi-clandestinidad, con la orden expresa de no hacer declaraciones de prensa y no contar lo que habían vivido a sus familiares, que en muchos casos implicaba callar los malos tratos recibidos de sus propios jefes.
La derrota de Malvinas precipitó la crisis del régimen militar y preanunció su caída. Después de unos días de incertidumbre e incidentes en las calles, Galtieri se vio obligado a renunciar. Las Islas fueron fortificadas y a sus pobladores, que pasaron del aislamiento a la prosperidad, se les concedió la ciudadanía británica plena antes negada. Los responsables de las Fuerzas Armadas hicieron esfuerzos para ocultar las consecuencias de la guerra y borrar las huellas intentando aplicar la misma metodología que usaron contra miles de militantes populares. Creían que de este modo podrían eludir la responsabilidad que les cabía en el planeamiento, ejecución y desenlace de la guerra.
Esto no fue posible, entre otras cosas, por el llamado Informe Rattenbach elaborado por una comisión creada en diciembre de 1982, integrada exclusivamente por militares y presidida por el General Benjamín Rattenbach. Las conclusiones, que nunca fueron publicadas oficialmente, estuvieron listas en septiembre de 1983. El informe es lapidario, califica como "aventura militar" la decisión de la Junta Militar y es contundente a la hora de probar la improvisación, la falta de una adecuada preparación y la impericia con que condujeron a la Nación a la guerra.
Para quienes combatieron y para los familiares y amigos de los caídos, la instalación de un monumento en el lugar del conflicto se convirtió en una instancia necesaria de duelo. La Comisión de familiares de caídos en Malvinas demandó durante varios años la construcción de un Cementerio en Darwin. El proyecto pudo concretarse en 2004. Hay allí 237 tumbas de soldados argentinos muertos en combate, de los cuales sólo 101 están identificadas, el resto permanece con la inscripción de "Soldado argentino sólo conocido por Dios".
En marzo de 2018, Veteranos de guerra, familiares de caídos en combate, legisladores, académicos y referentes sociales denunciaron en conjunto que el Gobierno pretendía hacer pasar oficialmente una situación por otra respecto de la importantísima acción en favor de la Memoria y la identidad de los soldados. Denuncian que se realiza el necesario e indispensable trabajo de reconocimiento de los cuerpos a cambio de beneficios para los británicos en materia de hidrocarburos, de vuelos, de pesca y de cooperación científica y militar. Esto puede verificarse a partir del acuerdo (de setiembre de 2016) denominado ‘Foradori-Duncan’, por el cual el Gobierno argentino se compromete a remover los obstáculos al crecimiento económico y al desarrollo sustentable, lo que claramente se refiere a remover todas las medidas legales, jurídicas y administrativas que ha tomado la Argentina para proteger sus recursos naturales.
Ernesto Alonso (CECIM) reclamó que el Poder Ejecutivo Nacional "en estos momentos está dejando de lado la defensa y la política de Estado que está plasmada en la Constitución Nacional".
Una vez más decimos: MEMORIA, VERDAD, JUSTICIA Y SOBERANÍA TERRITORIAL.