El 8 de marzo se estableció como el Día Internacional de la Mujer para conmemorar a las 146 mujeres trabajadoras de una fábrica textil de Nueva York, que murieron calcinadas a partir de un incendio provocado para romper con la toma que llevaban adelante en protesta por las condiciones de trabajo y salarios bajos.
Con el correr de los años y la organización, fue tomando fuerza para la visibilización de la doble jornada laboral y la responsabilidad de las tareas domésticas y de cuidado que desde una matriz cultural machista se menosprecia y es dejada a manos únicamente de las mujeres.
Esta división desigual del trabajo tiene lugar a expensas del aprendizaje de las mujeres y las niñas, y de sus posibilidades de obtener un trabajo remunerado, hacer deporte o disfrutar del tiempo libre. Esto determina los patrones de desventajas y ventajas relativas, la posición de las mujeres en relación a los hombres, en la economía, sus aptitudes y lugares de trabajo.
A partir de hace algunos años, también, el 8 de marzo significa traer a un primer plano las distintas violencias hacia la mujer que van desde violencia obstétrica, institucional, hasta el femicidio, que en Argentina representa el asesinato de una mujer cada 18 horas.
En el Día Internacional de la Mujer, debemos comprometernos a hacer todo lo posible para superar los prejuicios arraigados, apoyar la participación y promover la igualdad de género y el empoderamiento de la mujer.