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lunes, 2 de noviembre de 2020

LA EDUCACIÓN, CONTRA EL DISCURSO DEL PRESENTE ABSOLUTO

CONVENIO SUTEBA-UNIPE: LA INTERVENCIÓN DE ADRIANA PUIGGRÓS 

30/10/2020
Durante la presentación del tramo pedagógico en el marco del convenio entre Suteba y Unipe, la destacada pedagoga Adriana Puiggrós brindó una charla sobre educación y pandemia, de la que publicamos un extracto.

Hay algo que ocurre en esta época de pandemia. Hay como una dificultad para producir explicaciones, desarrollos más comprensivos, sobre la situación que estamos viviendo. Siempre es muy difícil hablar sobre la situación que se está viviendo, así como historiar la historia reciente, aquella en la que uno ha participado en carácter de actor, como protagonistas o como sujetos de esa historia. Es muy difícil trabajar sobre la historia presente, lo cual no quiere decir que no haya que hacerlo.

El esfuerzo sobre el presente es muy difícil, y sobre todo cuando hay una fuerza, que es lo que llamamos neoliberalismo, una fuerza filosófica, política, que atraviesa las ciencias sociales; y una fuerza subjetivante, que nos dice que lo que vale es el presente, un presentismo absoluto, un desligue de la historia y una irresponsabilidad respecto del futuro. Esta es una fuerza discursiva que está presente, que atraviesa muy fuertemente no solo los medios de comunicación sino que ha logrado atravesar la vida cotidiana, y que ha impactado mucho en las nuevas generaciones, con lo cual no quiero decir que las generaciones antiguas no estemos tocadas por este discurso.

Un discurso que impide la reflexión


Es un discurso que impide bastante el pensamiento, la reflexión. Y hay que sumarle la compulsión al hacer, al actuar, esta actuación permanente vinculada al consumo, que es típica del discurso neoliberal, del modo de vida del neoliberalismo, la compulsión a no tener un solo momento libre, el miedo al momento libre. Hay algo que desapareció, que es el aburrimiento. No hay más contemplación, no hay más momento de no hacer nada. Todo el tiempo tenemos que estar llenando el tiempo con algo que consumimos.

Esto también nos pasa a los profesores, los investigadores, los intelectuales. Con internet hay muchísima producción que afecta a los docentes, porque hay como un deber ser de que deberíamos saber todo, leer todo, consumir todo, siempre estar al día con lo último que se ha publicado. Y nos perdemos partes importantísimas de la historia.

Y esto de perderse partes importantísimas de la historia no es simplemente un lamento académico. Sino que tiene que ver con que, si no entendemos, si no conocemos qué ha venido pasando, en qué lugar nos situamos, adónde estamos parados, cuál es la línea discursiva, ética, axiológica, en la cual por una u otra razón nos ubicamos, si no tenemos esos parámetros, nos resulta muy difícil comprender el presente y pensar el futuro.

Hay futuro

Si nosotros queremos ser sujetos del futuro -y no objetos de otros que hacen ese futuro-, entonces necesitamos imaginarlo, necesitamos pensarlo, y para eso tenemos que recurrir a la historia. Llevado al trabajo docente, necesitamos darles a los chicos una idea de futuro. Si no, no somos educadores. Es obvio que la educación está vinculada con el futuro. Nosotros, educadores, no podemos hacernos repetidores de los discursos tremendistas que dicen que la sociedad no va a cambiar, que ya es así, que este capitalismo neoliberal depredador se ha instalado, y que en realidad tenemos que adaptarnos. Ese no es un discurso de educadores. Ese, en todo caso, es un discurso de adaptadores a lo convencional, a lo conservador, a lo que ya está hecho y a la injusticia social que está instalada. Ese discurso conformista no es el de un educador.

Otra cosa que me parece que tenemos que compartir con los chicos y con nuestros colegas es la idea de la justicia social. Hay que hablar y hay que escuchar acerca del tema de la justicia social. Los chicos tienen que poder hablar de sus sufrimientos y de sus privilegios, y nosotros tenemos que poder elaborar esas diferencias en el terreno de la educación. No quiero decir disolverlas. Esas diferencias no se disuelven con ninguna educación. La educación no cambia las relaciones sociales de producción. La educación no cambia la injusticia básica en la sociedad. Es otro registro en el cual actúa la educación. Actúa en el registro de lo ético, de lo cultural, y sobre todo en el registro de lo político. Y ahí encontramos una vía, un canal sobre el cual caminar y trabajar para revertir la injusticia social.

Virtual y presencial: ¿Soportes de qué?

¿Qué vamos a hacer ahora? ¿Presencialidad o virtualidad? Hemos aprendido mucho. Creo que ahora hay una tarea, que es ayudar a que se pueda sistematizar en materia de tecnología todo lo que los docentes hemos aprendido. Sistematizarlo no quiere decir solamente aprender a manejar la máquina o aprender maquinalmente a usar los programas. Quiere decir ayudar a que comprendamos profundamente la tecnología desde el punto de vista técnico, científico, cultural y político.

Tenemos que aprender urgentemente a dominar la tecnología, para que la tecnología no nos domine a nosotros. Tenemos que aprender a deconstruir los mensajes que llegan empaquetados en los medios de comunicación. Hay que leer, hay que estudiar, necesitamos leer acerca de la crítica a la comunicación.

Necesitamos tomar una perspectiva histórica, para tratar de entender qué nos están diciendo. Esto que nos están presentando como una verdad universal, ¿fue siempre así, va a ser siempre así, es la única verdad posible? Me parece que tenemos que poder tomar una distancia y reflexionar.

Lo virtual y lo presencial son soportes. ¿Soportes de qué? ¿Soportes de qué discurso, de qué educación? Me parece que esto es lo que debemos preguntarnos.

Así cerró su intervención Adriana Puiggrós, proponiendo ejes para un debate enriquecedor. Un debate que se irá profundizando en este espacio de formación construido por Suteba y Unipe.