Con el correr de los años y la organización, fue tomando fuerza para la visibilización de la doble jornada laboral y la responsabilidad de las tareas domésticas y de cuidado que desde una matriz cultural machista se menosprecia y es dejada a manos únicamente de las mujeres.
Esta división desigual del trabajo tiene lugar a expensas del aprendizaje de las mujeres y las niñas, y de sus posibilidades de obtener un trabajo remunerado, hacer deporte o disfrutar del tiempo libre. Esto determina los patrones de desventajas y ventajas relativas, la posición de las mujeres en relación a los hombres, en la economía, sus aptitudes y lugares de trabajo.
A partir de hace algunos años, también, el 8 de marzo significa traer a un primer plano las distintas violencias hacia la mujer, que van desde violencia obstétrica e institucional hasta el femicidio.
En el Día Internacional de la Mujer, nos comprometemos, como venimos haciendo, a trabajar para superar los prejuicios arraigados, apoyar la participación y promover la igualdad de géneros.
La lucha continúa
Este día, con amplia difusión mundial, conmemora las luchas de las mujeres por igualdad en el trato, el acceso al trabajo, la remuneración y condiciones de trabajo dignas y el reconocimiento como sujetos de derecho. No se trata de un reconocimiento a las mujeres por ser mujeres. Es la memoria de todas las luchas que nos preceden para acceder a nuestros derechos.
Derechos que no se pidieron sino que se conquistaron, que hoy están garantizados a través de la legislación y de políticas públicas y requieren del constante trabajo y organización colectiva para su cumplimiento y aplicación.
La fuerza de trabajo que representamos las mujeres a nivel mundial está invisibilizada, atravesada por la tracción que genera la doble jornada laboral y la responsabilidad de las tareas domésticas y de cuidado, vedando muchas veces la posibilidad de la participación y militancia sindical, social y política. Es necesario romper con ese patrón cultural e incluir a los varones desde la legislación laboral y la práctica diaria.
Las generaciones más jóvenes encuentran garantizado el voto femenino, el acceso a la Educación, la salud sexual, la interrupción voluntaria del embarazo, entre algunos derechos, en un marco amplio de legislación, producto del debate, el reclamo, la organización y la lucha permanente de las mujeres que nos antecedieron. Hoy encontramos nuevos desafíos, nuevos retos en tanto somos mujeres que nos reconocemos Trabajadoras y nos organizamos de manera colectiva y solidaria.
Una Educación respetuosa de la diversidad social, cultural, étnica, etaria y de condición física, que cuestione y desarme estereotipos, que revierta prácticas discriminatorias, tanto en el ámbito público como privado, es uno de los sostenes para dar continuidad a las luchas por la igualdad de géneros y oportunidades.
Un poco de historia
El Día Internacional de la Mujer Trabajadora (8 de marzo) se conmemora también en las Naciones Unidas y es fiesta nacional en muchos países. Cuando las mujeres de todos los continentes, a menudo separadas por fronteras nacionales y diferencias étnicas, lingüísticas, culturales, económicas y políticas, se unen para celebrar su día, pueden contemplar una tradición de no menos de noventa años de lucha por la igualdad, la justicia, la paz y el desarrollo.
El Día Internacional de la Mujer Trabajadora se refiere a las mujeres corrientes como artífices de la historia y hunde sus raíces en la lucha pluri-secular de la mujer por participar en la sociedad en pie de igualdad con el hombre. En la antigua Grecia, Lisístrata empezó una huelga sexual contra los varones para poner fin a la guerra; en la Revolución Francesa, las parisienses que pedían "libertad, igualdad y fraternidad" marcharon hacia Versalles para exigir el sufragio femenino.
La idea de un Día Internacional de la Mujer surgió al final del siglo XIX, que fue, en el mundo industrializado, un período de expansión y turbulencia, crecimiento fulgurante de la población e ideologías radicales.
"Los Derechos Humanos de la mujer y de la niña son parte inalienable, integrante e indivisible de los Derechos Humanos universales. La plena participación, en condiciones de igualdad, de la mujer en la vida política, civil, económica, social y cultural en los planos nacional, regional e internacional y la erradicación de todas las formas de discriminación basadas en el sexo son objetivos prioritarios de la comunidad internacional" - Declaración y Programa de Acción de Viena, parte I, párrafo 18.
Por eso este #8M luego de dos años de pandemia, las mujeres trabajadoras de la educación paramos y nos movilizamos al Congreso junto al movimiento feminista para decir que la deuda es con nosotras y nosotres.